23/11-6°día NOVENA MEDALLA MILAGROSA

21.11.2023

Ya hemos visto cómo la Sagrada Familia, María, San José y Jesús, se vieron obligados a huir a Egipto, convirtiéndose así en emigrantes. Marcharon en busca de un lugar más seguro, donde vivir mejor. Huyeron de la persecución y muerte de niños inocentes ordenada por Herodes.

Lamentablemente, esta situación aún en pleno siglo XXI sigue produciéndose y son muchas las personas que, como María, se desplazan a otros países huyendo de la guerra, el hambre y la miseria en busca de un lugar mejor.
   Pero no siempre son bien acogidos como les sucedió a María y José cuando llegaron a Belén buscando posada donde poder dar a luz a Jesús y nadie quiso darles cobijo.

Responde a las siguientes preguntas

- ¿Qué sentís cuando ves en la tele imágenes de inmigrantes que llegan a nuestros países en busca de una vida mejor?, ¿ves tristeza en sus caras?, ¿crees que merecen ser bien acogidos o, por el contrario, deben ser devueltos de nuevo a sus países de origen simplemente por ser extranjeros o porque consideras que no hay sitio para ellos?
- ¿Qué se podría hacer en el mundo para arreglar el problema de la inmigración?, ¿y vos?, ¿qué estarías dispuesto a hacer para ayudar a un inmigrante? 

El papa Francisco, en el año 2013, durante su visita a la isla italiana de Lampedusa a la que llegaban cientos de inmigrantes procedentes del norte de África, elevó a María la siguiente oración que te proponemos rezar con la mente y el corazón puestos en quienes se ven obligados a diario a abandonar su casa huyendo del sufrimiento.

 Oh María, Estrella del Mar, una vez más recurrimos a ti, para encontrar refugio y serenidad, para implorar amparo y socorro.

Madre de Dios y Madre nuestra, dirige tu dulcísima mirada a todos los que cada día afrontan los peligros del mar para garantizar a sus familias el sustento necesario para la vida, para tutelar el respeto a la creación, para servir a la paz entre los pueblos.

Protectora de los migrantes e itinerantes, ayuda con atención materna a los hombres, mujeres y niños obligados a huir de sus tierras en busca de futuro y esperanza. Que el encuentro con nosotros y nuestros pueblos no se transforme en fuente de nuevas y graves esclavitudes y humillaciones.

Madre de Misericordia, implora perdón para nosotros, que cegados por el egoísmo, ensimismados en nuestros intereses y prisioneros de nuestros temores, estamos distraídos ante las necesidades y sufrimientos de los hermanos.

Refugio de los pecadores, obtén la conversión del corazón de los que generan guerras, odios y pobreza, explotan a los hermanos y sus fragilidades, hacen de la vida humana indigno comercio.

Modelo de caridad, bendice a los hombres y mujeres de buena voluntad, que acogen y sirven a los que llegan a esta tierra: que el amor recibido y donado sea semilla de nuevos lazos fraternales y aurora de un mundo de paz". Amén.

Terminamos esta propuesta orante con un vídeo que refleja el drama de la inmigración a través de los ojos de una niña y que, a la vez, nos hace reflexionar sobre la importancia de la convivencia y colaboración entre culturas que nos enriquece y nos permite construir un mundo mejor, entendiendo que solo trabajando de manera conjunta construiremos ese mundo que tanto deseamos. 

En el siguiente pdf encontraréis el cuento y actividades relacionadas con el mismo.

"La niña que quería escapar de su página"

LECTURAS DE LA MISA DE ESTE DÍA

Lc 19 41-44 EVANGELIO EN AUDIO

- Jesús lloró porque sabía lo que le esperaba a Jerusalén, la ciudad que amaba. Él sabe que en ella están todos los elementos necesarios para realizar el Plan de Dios. Él lloró por un pueblo, al que amaba aún más. Lloró porque sabía cómo ese pueblo buscaba la salvación en todo lugar menos en el lugar donde podría encontrarla.

- Jesús lloró: la incredulidad de Israel traería consecuencias nacionales desastrosas. Estas consecuencias se produjeron en el año 70 dC, cuando Jerusalén fue destruida por los romanos. Tristemente, pero con precisión, la predicción de Jesús aconteció. El día de la "visita del Señor" se perdió.

- Jesús lloró: este llanto de Jesús muestra su tristeza, su amargura y su impotencia. No cabe mayor gesto de compasión y solidaridad que la presencia, el silencio y el llanto.
   
Jesús muestra su desgarro al comprobar la frialdad de un pueblo endurecido que no reconoce la visita de Dios y rechaza su mensaje y a su Mensajero.

- Jesús lloró: por la tragedia de nuestro pecado. Qué poca gente le entendió y le siguió mientras vivió, y ahora cuántos pasan de Él. Entre los que nos llamamos "cristianos" cuantos lo tenemos olvidado o le creemos según nos convenga o nos interese… Somos discípulos "tibios" y "acomodaticios".

- Jesús lloró: las lágrimas de Jesús son fecundas y pueden hacer que el llanto se convierta en gozo eterno. Decía Santa Teresa: "las lágrimas riegan el alma, como la lluvia riega el jardín". Miremos hoy cómo está nuestro barrio, nuestra comunidad o nuestro país. Parece que los conflictos se han adueñado de nuestras vidas y quedamos como atrapados. Hoy Jesús también nos mira a nosotros, a nuestro barrio, a nuestra comunidad, y nos pide que busquemos caminos para llegar a la paz.
  En lo que podamos ser responsables, construyamos una vida de paz y prosperidad para todos. ¿Lloras a veces viendo la situación del mundo, del país o de tu barrio?
   ¿Hemos sido capaces de reconocer la «visita de Dios» en nuestro entorno?